Saturday, July 15, 2017

Réquiem de Mozart en Houston, Texas

Foto: Runway Productions

Lorena J. Rosas

Las orquestas especializadas en música barroca y antigua en los Estados Unidos parecen no tener un lugar privilegiado dentro de la amplia oferta musical que se ofrece en este país, especialmente en ciudades grandes como Houston donde deben competir contra diversas asociaciones musicales, además de una orquesta sinfónica y una compañía de ópera de reconocimiento nacional. La fórmula debe ser la conformación de programas variados, únicos y atractivos, como el que en esta ocasión ofreció la orquesta Mercury Baroque ante una sala repleta de público. Teniendo como invitado al coro de la Orquesta Sinfónica de Houston y cuatro competentes solistas, en la primera parte del concierto se escucharon fragmentos de la Música para los Funerales de la Reina María, Z.58 y Z.860 del compositor ingles Henry Purcell, que comprende textos provenientes del ‘Libro de Oración Común’ (o The Book of Common Prayer) comúnmente escuchados en los funerales anglicanos; como la solemne y espiritual marcha “Man that is born of Women”, o “In the midst of Life” y  “Thou knowest lord” partes corales acompañadas de bajo continuo, así como la reflexiva Canzona cargada de percusiones y profusos metales,  para concluir con una lenta, pero contemplativa y elegiaca “Marcha”. Siguiendo dentro de la temática de la muerte y el duelo, se ejecutó, del poco conocido compositor alemán Heinrich Schütz (1770-1827), ‘Fili min, Absalón’ Parte 1, Op. 6 de su Sinfonía Sacra con la voz del bajo Stephen Hegedus representando a David lamentando la muerte de su hijo Absalón, además del aria de “Quando spieghi i toui tormenti’ de Orlando de Handel con brillantez en la tonalidad de la soprano Hannah Celeste Lu; ‘Figlia mia, non piangere, no’ de Tamerlano de Handel interpretada por el tenor Aaron Sheehan, y la delicada y emocionante ‘Veni, veni me sequere fida’ de Judithas Triumphans de Vivaldi con la sobresaliente mezzosoprano Sarah Mesko.  El complemento del concierto se dio con el Réquiem de Mozart, pieza profundamente conmovedora siempre rebosante de drama, optimismo y redención. Ejecutando instrumentos antiguos, se escuchó una versión compacta y uniforme de la orquesta, con ligereza en sus cuerdas, y en conjunto con coro y solistas se alcanzaron pasajes muy sensibles como en Recordare el Agnus Dei, todo bajo la clara y pausada conducción de Antoine Plante, titular de esta orquesta.

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